Exportaciones de A. Latina continúan estancadas

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De conformidad con datos dados a conocer por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a inicios de este mes, por tercer año consecutivo, se manifiesta un evidente grado de estancamiento de las exportaciones de la región.  Un indicador al respecto consiste en reconocer que el valor de las exportaciones de la región aumentará tan sólo 0.8 por ciento respecto a 2013, mientras que el repunte de 2011 y 2012 fueron, respectivamente, de 23.2 y 1.6 por ciento.

Las preocupaciones que estas cifras generan se centran en la evidencia de que -con mucho- el crecimiento económico de la región se apalancó en las exportaciones, en particular durante el período de 2003 hasta 2011.  De allí que la locomotora que impulsara los aumentos del producto interno bruto (PIB) regional se estén desacelerando.  La época de “vacas gordas” estaría languideciendo para muchos países que constituyen la base del crecimiento regional, especialmente las economías grandes –Brasil y México- y las medianas –Argentina, Colombia, Venezuela, Perú, Chile y hasta cierto punto también Ecuador.

Uno de los principales componentes detrás de esta caída de exportaciones se centra en la baja de la demanda de los productos con los cuales la región participa en los circuitos internacionales.  En efecto, se enfrenta ahora un escenario en el cual se tiene menor demanda en China e India; Europa continúa en estancamiento, y como tercer elemento, también se tiene una caída en el intercambio interregional latinoamericano.

Esto último, en función del comercio dentro los países de los diferentes bloques de integración, afectan más a Bolivia, Paraguay y Uruguay –en la órbita del Mercado Común del Sur (Mercosur).  También es evidente que México se puede beneficiar del repunte que pueda tener lugar en la economía de Estados Unidos. 
Tómese en cuenta, que del cinco por ciento que la región latinoamericana brinda al mercado mundial en su totalidad, México constituye la mitad de la capacidad exportadora.  Además, cerca de un 87 por ciento de los productos mexicanos tienen por destino a Estados Unidos y Canadá, integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Por otra parte, dentro de una consideración perteneciente a las relaciones económicas que tiene América Latina con otras áreas del mundo, se va haciendo cada vez más evidente la presencia de China y Rusia.  En lo que sería el llenado de vacío de presencia de Estados Unidos cada vez más distante en la realidad de los acontecimientos, aunque esto no merme la retórica de la visión panamericana, China tiene una presencia por demás esencial en la economía venezolana; no sólo en abundantes contribuciones al total de 190,000 millones de dólares de deuda externa de ese país, sino también en ser ya el principal socio comercial de Brasil.

Por otra parte Rusia presenta crecientes nexos con Latinoamérica en particular en lo que respecta a ventas e intercambios de armamentismo.  Este es un fenómeno que se evidencia con mayor intensidad en América del Sur, aunque menos en Centroamérica y México.

Siempre en lo que se refiere al dinamismo de las exportaciones, México y las naciones del istmo centroamericano tendrán un repunte de casi 5 por ciento en la factura de ventas al exterior.  En esto es clave la demanda que se tiene en Estados Unidos, una nación que con aproximadamente el 5 por ciento de la población del mundo –unos 330 millones de habitantes- produce un 28 por ciento de la producción global.

Es de notar que estas participaciones se refieren a los montos totales de ingreso por ventas de producto en el exterior, es decir que en ellos está influyendo con mayor énfasis, más el precio de las materias primas o productos a exportar, que la cantidad (o “cuantum”) de los mismos. Es lo que ocurrió durante la época del boom de las exportaciones.  Los ingresos aumentaron en las balanzas comerciales y cuentas corrientes de los diferentes países, más por concepto de facturación que por los montos de exportación que se realizaron. 
No se trata de decir que los montos de exportación no se incrementaron.  De ninguna manera, pero sí de que el factor más explicativo de los ingresos fueron los precios elevados, a partir de una mayor demanda internacional, la cual, a su vez, se vio alentada por los notables niveles de crecimiento económico que se tenían en India y China.

Una posibilidad que serviría como atenuante de los fuertes vaivenes que puede tener el comportamiento del comercio exterior latinoamericano sería el fortalecimiento del intercambio comercial al interior de la región.  El comercio en esta esfera continúa siendo menor.  Mientras los intercambios entre los países latinoamericanos tienen un peso del 19 por ciento del total de estas naciones, la Unión Europea tiene un comercio entre sus miembros que asciende a 59 por ciento y los integrantes de la región Asia Pacífico intercambian 50 por ciento del total de sus productos dentro de la zona.

En esto del comercio inter-regional también hay matices. Los países especialmente centroamericanos y muchas de las naciones pequeñas de América del Sur, exportan a la propia región –según lo da a conocer la CEPAL- el doble del monto que se destina a Estados Unidos y ocho veces lo que se envía a China.

A partir de ello se tiene hasta cierto punto una menor vulnerabilidad, pero a ello debe agregarse que, por razones estructurales, una economía de pequeños mercados internos, tiene la necesidad de abrir su esquema económico.  No puede, dada la limitación de la demanda interna, depender de factores internos para lograr cifras aceptables de crecimiento en el total de su producción. Sin embargo, al generarse mayor peso del mercado externo en el total del PIB, se aumentan las vulnerabilidades.  De nuevo, he allí una razón más de la importancia de los mecanismos de integración y de complementariedad productiva.

Con este aletargamiento en el ritmo de crecimiento de las exportaciones, se hace patente, de manera reiterativa, la importancia estratégica que tiene el aumento de la demanda interna en los diferentes países.  Depender casi con exclusividad de las exportaciones, de los mercados foráneos, es colocar las esperanzas en pro de mayor bienestar, en factores sobre los cuales es difícil influir. 

Las naciones latinoamericanas sin descuidar los indispensables vínculos foráneos, los cuales son determinantes en esta época de globalización, estarían más resguardadas de la vulnerabilidad en la medida que puedan disminuir los niveles de pobreza, generar mayores niveles de valor agregado en las exportaciones, y en tener más eficaces procesos de integración regional.
 

Fuente: 
El Nuevo Siglo

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Circular No.
031 – 2022

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