José Viñals, Consejero Financiero y Director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capitales del Fondo Monetario Internacional, dice que los países emergentes son dueñas de su destino.
José Viñals es Consejero Financiero y Director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capitales del Fondo Monetario Internacional. Igualmente, es integrante de la Junta de Estabilidad Financiera en representación del FMI.
Tras una exitosa carrera en el Banco de España, ingresó a la entidad multilateral. Desde su alto cargo, este economista, que cuenta con un doctorado en la prestigiosa Universidad de Harvard, tiene un punto de mira privilegiado sobre la economía global y sobre el sistema bancario.
Portafolio lo entrevistó en Santiago de Chile.
Este año que termina ha sido complejo, por muchas razones. ¿Cómo lo analiza?
La buena noticia de la economía global, es que sigue el curso de la recuperación. Junto a esto hay que decir que el ritmo es más modesto de lo que sería deseable, aparte de que es desigual.
¿A qué se refiere?
A que hay casos, como el de Estados Unidos, en donde las cosas están yendo mucho mejor, en contraposición con Japón o la zona del euro, en donde la posición de los países es mucho más complicada.
En las economías emergentes pasa algo similar. América Latina es la región en la que más hemos reducido nuestra proyección, debido en buena parte a la debilidad del crecimiento en Brasil.
¿Qué peligros identifica?
Vemos riesgos a la baja. La geopolítica es uno. Otro es el despertar brusco de la volatilidad en los mercados financieros. Y uno más es que el estancamiento de ciertas áreas como la zona euro se prolongue o acentúe.
Seis años después del estallido de la crisis, Europa no alcanza el nivel de PIB que tenía en el 2007. ¿Por qué?
A pesar de que la crisis no se originó allí, sus reverberaciones han sido muy importantes en Europa. Tras los primeros coletazos de la crisis de la deuda hipotecaria en Estados Unidos, empezó una turbulencia ligada a la deuda soberana. Hasta hace poco más de dos años existieron los temores de que se pudiera romper el proyecto de moneda única.
Es verdad que ese riesgo ha desaparecido y ahora el peligro es que los países de la zona del euro queden atrapados en este equilibrio caracterizado por tasas de inflación y crecimiento muy reducidos, junto con tasas de desempleo altas.
¿Han tenido lugar otros cambios?
No hay que olvidarse de que en estos años se han hecho esfuerzos extraordinarios por dotar al área del euro de mecanismos de estabilidad de los que antes carecía. La creación del mecanismo de estabilidad, que es un cortafuego para luchar contra las crisis; el proyecto de unión bancaria, que es algo que se superpone a la unión monetaria. Estos y otros hechos han sido muy importantes. El saneamiento que ha tenido lugar en los bancos es también muy destacable.
A veces no lo parece…
Es verdad que lo que realizado se ha hecho de una manera más lenta de lo que hubiese sido deseable. Y esto ha pasado factura. Me hubiera gustado que Europa hubiera actuado antes con mayor decisión e intensidad. Pero lo ha hecho así dada la complejidad en la toma de decisiones en las que están involucrados tantos países. El tiempo ha corrido y ha supuesto un empeoramiento de los procesos, haciendo más difícil la solución.
¿Qué viene?
El reto para Europa es luchar para no quedarse atrapada en un equilibrio económico malo, con todas las armas a su alcance. Con una política monetaria que haga todo lo posible para evitar caer en la deflación. Y con reformas estructurales que se han prometido y no se han implementado, pero que son fundamentales para apuntalar el crecimiento potencial, que es muy bajo. Eso le daría un impulso a la confianza y la demanda, que se encuentra por debajo de la capacidad productiva. En resumen, una terapia de choque multiforme.
¿Fue excesiva la dosis de austeridad?
Decía Keynes cuando alguien le señaló que hacía afirmaciones diferentes a las de otro momento previo, que las circunstancias han cambiado. Recordemos las crisis de la deuda soberana que fue un tema muy serio. En su momento el diagnóstico del Fondo fue que tenían que llevar a cabo unas políticas de consolidación presupuestal para recuperar la sostenibilidad de las finanzas públicas.
¿Qué hubiera pasado si no?
De lo contrario habríamos visto unos ataques virulentos en los mercados con incrementos significativos en las primas de riesgo y eso hubiera sido tremendamente contractivo. Hecha la recomendación, señalamos que este era un maratón y no un sprint, porque se necesitaba hacer de manera pausada.
¿Qué otras cosas señalaron?
Que las políticas deberían ser amables con el crecimiento, venir acompañadas de reformar estructurales potenciadoras del crecimiento y que su diseño tenía que estar orientado a minimizar el impacto sobre los sectores más débiles de la población. Fue el consejo correcto en aquel momento y volveríamos a darlo en las mismas circunstancias.
Al mismo tiempo, Estados Unidos ha sorprendido con su desempeño. ¿Cuál es su explicación?
El consejo fue muy similar. Ahora le está yendo bien porque la economía estadounidense tiene estructuras mucho más flexibles, tanto en los mercados de trabajo como de bienes. Esa es una lección muy importante, porque este fue el país que originó la crisis. Por otra parte, actuaron muy rápido para recuperar el vigor y la confianza en el sistema financiero y lo hicieron con decisión. No menos importante fue el comportamiento de la Reserva Federal que hizo una apuesta arriesgada y demostró que “el que pega primero, pega dos veces”.
¿Han cambiado las tendencias que mostraban una rápida expansión de las economías emergentes?
Creo que las economías emergentes tienen una velocidad de crucero más alta que las avanzadas. Lo que sucede es que tienen problemas importantes en términos de pobreza, desigualdad o ingresos por habitante. Por lo tanto, existe una necesidad de recuperar terreno.
¿Va a variar esa velocidad por los cambios recientes?
Puede ser, pero eso no significa que el daño sea irreparable porque las economías emergentes son dueñas de su propio destino. Con políticas de reforma que mejoren la productividad total de los factores pueden avanzar mucho. No sé si al mismo paso de antes de la crisis o en el contexto del súper ciclo en los precios de los bienes primarios, pero sí mayores que las de ahora. Para ello deben actuar en los frentes de reforma que permitan modernizar los aparatos productivos y potenciar el emprendimiento, generando crecimiento inclusivo que llegue a todos los sectores de la población y no solo a una parte pequeña de la misma.
En A. Latina hay tres grupos de países, en nivel de crecimiento. ¿Se puede hablar de la región como un todo como en Europa?
Europa es más homogénea porque forma parte de una unión monetaria y el grado de integración económica y financiera es mucho mayor. Es verdad que en América Latina hay realidades muy distintas y enfoques de política diversos, que incluyen monedas diferentes o relaciones comerciales diferenciadas con el mundo. Pero hay un factor común, y es la vinculación de la mayoría de países con el ciclo de precios de los productos básicos.
Es decir…
Que tras un periodo elevado de cotizaciones altas se habla del final de un súper-ciclo al que todos los países le tienen que hacer frente. Y sólo aquellos que tienen una mejor calidad en sus políticas, fundamentos más sólidos o sistemas financieros más saludables y mejor regulados, son los que están mejor preparados para hacerle frente a los vientos en contra. Me refiero no solo a los precios de los bienes primarios sino a alzas en las tasas de interés externas, cuya variación puede ser más o menos suave.
¿Cómo analiza el caso de Colombia?
Me permite hacer una pequeña propaganda. Sólo los países con las mejores características se pueden beneficiar de facilidades multilaterales como las que ofrece el Fondo Monetario Internacional. Ese es el caso de Colombia o México. Es un efecto de señalización positivo que el sector privado registra.
¿Qué fortalezas nos ve?
Una buena posición de reservas internacionales, un tipo de cambio flexible y buena calidad de las políticas macroeconómicas. Hay muchas cosas por hacer, pero tienen cómo aguantar la tormenta.
¿EL MUNDO ES AHORA MENOS VULNERABLE?
Se ha hecho un trabajo de saneamiento financiero muy importante y se han tomado decisiones fundamentales para reparar las vías de agua más urgentes. Hoy en día se puede decir que hay acuerdos clave en materia de regulación para corregir eso fallos que dieron origen a lo que pasó. Dicho esto todavía faltan varias cosas. Por ejemplo, poner en práctica buena parte de esas medidas. Algunas se han puesto en marcha como lo que se conoce como Basilea III, pero otras no. Estamos recorriendo el camino, pero hay que acabar de hacer la instrumentación de manera consistente. No obstante, empieza a verse un desplazamiento de los riesgos hacia lo que se podría llamar como el sistema bancario en la sombra, que es como el colesterol: hay del bueno y del malo.