Hoy en día muchas más empresas son conscientes de la importancia de desarrollar programas sostenibles, no solo por cumplir un requisito, sino porque de ello depende su negocio: primero, porque los clientes exigen este tema dentro de las organizaciones; segundo, por la rentabilidad que generan estas acciones a corto y largo plazo.
Durante el desarrollo de la Revolución Industrial hubo un crecimiento acelerado de las compañías y por tanto de la visión de producción en todos los campos. Lo importante entonces era producir, pero no se pensó en las consecuencias que todo esto traería para el planeta; incluso, durante la Revolución el humo de las fábricas fue símbolo de progreso. Sin embargo, hoy en día lo que esto genera –además de contaminación– son ideales de cambio para mitigar la huella ecológica existente hoy en día.
Dichos ideales se han venido traduciendo en acciones que con el tiempo cobran más fuerza, no solo en activistas interesados en el planeta, sino en organizaciones que hoy en día transmiten estas necesidades a sus empleados, clientes, proveedores y comunidades cercanas a ellos.
Causa y efecto
Para nadie es un secreto el tema del calentamiento global, un proceso natural que el hombre ha acelerado con el crecimiento industrial desde finales del siglo XVIII. Dentro de los procesos que han influido en esta problemática se encuentran los diferentes modos de transporte.
Actualmente no hay forma de medir el impacto ambiental, ya que esto depende de muchos factores que son excluidos y que vienen de tiempo atrás, como la implementación de políticas ambientales, procesos industriales y económicos, y los mismos procesos naturales, entre otros.
Dentro de las situaciones que producen gran impacto hoy en día se encuentran la propagación de contaminantes, reacciones fotoquímicas, pérdida de flora, fauna y suelos, modificación de los sistemas hidrológicos y alteración de sistemas ecológicos, entre otras más que aquejan todas las formas de vida.