Bogotá_Hace casi un mes, exactamente el pasado 21 de septiembre, se realizó una marcha global por el clima, evento que fue convocado por un grupo de científicos y miembros de la sociedad civil.
Esta concentración, tuvo como mérito el ser multitudinaria y realmente diversa, y esa es la razón por la que creo que debemos volver a tocar el tema y no hay que dejarlo simplemente en la realización de una marcha.
Y lo hago precisamente por lo multitudinario que fue el evento. Desde personajes reconocidos por su militancia en torno al cambio climático, amas de casa, niños, jóvenes y activistas en general, las voces se alzaron para reclamar que no se le diera más vuelta al tema y que mejor se le enfrentara.
Las negociaciones sobre el cambio climático si bien contabilizan dos décadas desde la adopción de la Conferencia sobre Cambio Climático en 1992, realmente comenzaron cuando entró en vigor el Protocolo de Kioto, casi una década después, en medio de la reticencia gubernamental de los países desarrollados y los de economías emergentes para aceptar sus responsabilidades de vieja y reciente data.
Desde nuestro punto de vista, en la Asociación Ambiente y Sociedad, el problema de la no aceptación o minimización de los efectos de las actividades productivas, del uso de energía y los minerales, y las acciones cotidianas que resultan del simple hecho de vivir, puede estar en el centro del debate ya que parece que hubiera una intencionalidad de que cualquiera es responsable, menos quien señala al otro.
Si bien hay que hacer un balance muy en detalle, la ausencia de los países emergentes en Nueva York, este acto previo anuncia cómo será la Conferencia de las Partes (COP) en Lima: nadie quiere cargar con esa responsabilidad.
No compartimos que dado nuestro estado de desarrollo en Colombia, no hayamos contribuido ni lo haremos con suficientes emisiones, solo creemos en el centro de la economía nacional en la actualidad, así que esta carrera loca cualquiera puede sobrepasar su puntuación en pocos años.
Y desmontar o bajarse de lo recorrido puede durar muchos años. Si continuamos con que “yo” no tengo nada o poco que ver en la situación, lo único que aseguraremos es mantener un estado de cosas que puede empeorar.
Esto, creemos que también aplica a nosotros como ciudadanos, y consumidores empedernidos de cuanta mercancía sale al mercado que desplaza a la recientemente adquirida, la utilización de todas las tecnologías representadas en aparatos encendidos de manera permanente, el consumo de metales, en fin lo “nuevo” frente a lo reciclado, el gasto de energía y hasta de combustibles, porque siguiendo el mismo razonamiento “lo mío” es poco comparado con el resto.
La idea de que “todos menos yo” tenemos responsabilidad, nos hace poco a poco convertir el discurso en una cantaleta y no en actitudes de reconocimiento de nuestra contribución, mayor o menor al problema global, y, en tal sentido, actuar con decisiones rápidas y oportunas que generen confianza, con indicadores precisos que creen un ambiente más seguro para nosotros y los que nos seguirán.
¿Cuál es el sentido y por qué el mundo marcha?
La iniciativa de marchar de forma simultánea en más de 150 países comenzó como una propuesta de la organización 350.org, que más tarde se popularizó en cientos de ciudades del mundo, como Río de Janeiro, Nueva York, Londres y París, entre otras. El propósito es convocar la mayor cantidad de personas posibles para que líderes mundiales entiendan que es necesario frenar el calentamiento global.
Margarita Flórez