Latinoamérica después de la “bonanza”

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Las dinámicas económicas actuales le exigen a América Latina repensar cómo atraer Inversión Extranjera Directa, cómo ser más competitiva, llegar a más mercados y cómo asumir una agenda de transformación productiva. 

Con la crisis financiera más reciente, que puso en jaque a las economías más solidas del planeta, con algunas excepciones, el mundo y los mercados posaron sus ojos sobre Latinoamérica, la cual presentaba solidez y estabilidad, por lo que los focos de inversiones se presentaron en toda la región.

Esta fue una época de bonanza para la economía latina que veía un incremento de los commodities en losmercados internacionales, además una alta demanda de hidrocarburos, lo que produjo un crecimiento de estos rubros en los países de la región. 

No obstante, este crecimiento y ese “blindaje” que presentó América Latina durante la crisis, parecen dar muestras de retroceso, pues organismos internacionales como la ONU, el Fondo Monetario Internacional (FMI), y hasta la Cepal, han bajado las previsiones de crecimiento para la región, y resaltan la deuda del continente por la lucha contra la pobreza y la desigualdad. 

Frente a esto, las consignas para Latinoamérica parecen ser las mismas desde estos organismos internacionales: cambiar la agenda productiva de la región, diversificar mercados y buscar e incrementar los focos de Inversión Extranjera Directa en los países, pero sobre todo, que estos traigan cambios sociales para los latinoamericanos. 

Transformación productiva 

Uno de esos llamados para asumir una agenda productiva, en pro de mantener tasas de crecimiento económico por encima del 5 % en América Latina, lo hizo el Banco de Desarrollo de América Latina, CAF.  

En este sentido, Michael Penfold, director de Políticas Públicas y Competitividad de la CAF, señaló que si “América Latina quiere crecer en el largo plazo a tasas que estén por encima del 5 % de manera consecutiva, va a tener que asumir una agenda de transformación productiva (...) y por transformación productiva estoy hablando de mejora de productividad y de creación de mayor valor de sus productos de exportación”. 

En el caso colombiano, Andrés Mauricio Castro, profesor y coordinador del pregrado en Negocios Internacionales de la Universidad del Rosario, señaló que uno de los mayores retrasos en competitividad los vive el sector agropecuario, y este se acentúa especialmente cuando lo que ofrece el país, lo ofrece también los países vecinos, pero nuestros productos no tienen valor agregado, y ahí podríamos perder mercado en las plazas internacionales. 

De hecho, la demanda de café colombiano en Europa ha disminuido “y no necesariamente porque ya no consuman café, sino porque se está supliendo por otros países productores como es el caso de Brasil”, explicó el académico. 

“En el tema de aprovechar las oportunidades comerciales en el sector agrícola, seguimos pensando todavía en la materia prima, en el producto básico, pero no en el producto con valor agregado”, dijo Castro. 

A su vez, Penfold destacó que los crecimientos altos de algunos países latinoamericanos, como Bolivia, cuyo PIB en el 2013 creció 6,78 %, no han sido consecuencia de una “mejora impresionante” en el intercambio comercial internacional y no precisamente de la mejora de su productividad.

El funcionario de la CAF advirtió que esta situación “no deja de tener unos riesgos y unas señales de alerta que requieren ser atendidas”, por lo que insistió en que será un “reto” para la región mejorar su productividad para mantener un crecimiento elevado.

Según Penfold, salvo el caso de México, la diversidad económica de América Latina “es realmente baja” y su diversificación exportadora sigue siendo “muy escasa”.

El director de Políticas Públicas y Competitividad de la CAF indicó que, si bien hay países como Brasil, Uruguay y Colombia que han hecho esfuerzos importantes, otros como Bolivia, Ecuador, Venezuela y Paraguay deben diversificar su economía “para poder sostener mayores tasas de crecimiento en el largo plazo”.

Inversión en infraestructura 

El también funcionario de la CAF, Antonio Juan Sosa, quien es vicepresidente de Infraestructura, indicó que uno de los focos de inversión que deben estar presentes en los gobiernos de América Latina, debe ser precisamente en infraestructura. 

Según Sosa, esto plantearía un “desarrollo integral en las próximas décadas” de la región, ya que tendría impactos no solo en la economía sino en la transformación social de la región, y además llamaría nuevamente a los inversores extranjeros a invertir en Latinoamérica. 

En este sentido, Sosa resaltó que el 54 % de los préstamos de la CAF está dedicada a proyectos de infraestructura, e hizo un llamado a los países latinos a que las inversiones en este rubro deberían ser del orden de 5 % y 6 % del PIB, y no del 3 %, como es en la actualidad. 

“Sin infraestructuras no vamos a poder dar el salto” que permita desarrollar una clase media, una calidad de vida, una educación, una integración social y regional, mejores comunicaciones y, en definitiva, una industria fuerte y competitiva, declaró Sosa.

Nuevos socios 

En parte, el gran auge que tuvo Latinoamérica durante la crisis, fue debido a la vocación de la explotación hidrocarburífera, y en buena parte, este rubro significó importantes aportes al PIB a los países de la región.  

En la conferencia minera “Latin America Downunder”, que se celebró el 28 y el 29 de mayo en Sydney, Australia, el presidente del Consejo de Negocios Australia-Latinoamérica, José Blanco, recalcó que Latinoamérica es uno de los mejores destinos mineros en el mundo porque posee “abundantes recursos minerales y produce el 45 % del cobre del mundo, el 50 % de la plata y el 26 % del molibdeno”, entre otros.

“El potencial minero de la región se refleja en el hecho de que el año pasado captó el 27 % de los presupuestos para la exploración”, agregó Blanco, al recordar que una gran parte del territorio latinoamericano aún no ha sido explorado y tiene un gran potencial.

La región tiene también 229 proyectos comprometidos con un promedio de inversión de 780 millones de dólares (572 millones de euros), lo que equivale al 29 % de los proyectos comprometidos en el ámbito mundial.

A pesar de los problemas particulares de cada país, como la minería ilegal en Colombia o la conflictividad en Perú o los marcos legales, Blanco invitó a las empresas australianas a hacer una mayor apuesta al otro lado del Pacífico.

Esta es una oportunidad para la región y Colombia, de diversificar su mercado de socios y así, evitar la desaceleración de las que hablan diversos organismos internacionales. 

En este sentido, Blanco indicó que los empresarios australianos del sector deben explotar las alianzas regionales y “dejar de tratar a Latinoamérica como un mercado secundario” para convertirla en “una prioridad” duplicando su presencia.

Con el fin de atraer inversores australianos, la gerente de Promoción de la Agencia Nacional de Minería de Colombia, Carolina Rojas Hayes, destacó las facilidades que conceden a los empresarios y las oportunidades de exploración que ofrece su país, productor de carbón, oro y otros recursos.

Asimismo, Colombia ha invertido recientemente unos 70 millones de dólares para mejorar la información geológica y facilitar la entrada de las inversiones, comentó Rojas Hayes en esta reunión que atrajo a funcionarios e importantes empresarios australianos.

Lo que queda claro, es que después de los tiempos de bonanza en América Latina, debe haber un cambio en las economías. Hay un llamado a la transformación productiva, a mejorar la oferta exportable y a ampliar los focos de negocios, los mercados y los socios de la región. 

Fuente: 
El Mundo

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Circular No.
031 – 2022

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