La financiación de la infraestructura

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Las vías de 4G tienen que hacerse con o sin la venta de Isagen. No se puede someter este programa a los vaivenes de una privatización caprichosa.

La semana pasada el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, anunció que el gobierno nacional postergaba la venta de Isagen un año. No es la primera vez que esta privatización fracasa.

El fruto de la venta de Isagen iba a ser depositado en un fondo especial denominado Fondes y administrado por la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) para invertir en el ambicioso plan de concesiones viales de cuarta generación. Como lo mencionó el Ministro de Hacienda a esta publicación en abril del presente año, la idea era “cambiar un activo por otro”. O sea, si no se vendía la generadora, no era posible construir las carreteras. Cuando se le preguntó qué otras alternativas existían si este plan fallaba, el ministro afirmó categóricamente que no había “plan B”.

Este tipo de afirmaciones tan categóricas son nocivas para las expectativas de los empresarios. La razón es que condicionar un proyecto necesario e inaplazable como la infraestructura vial de 4G, a una venta incierta y controversial como la de Isagen, puede llegar a poner un manto de duda sobre todo el proyecto vial. 

El proyecto de las carreteras 4G tiene que hacerse con o sin la venta de Isagen. Colombia no puede someter su programa de infraestructura a los vaivenes de una privatización caprichosa. Si no se desvinculan los dos proyectos, cada vez que ocurra algún problema con la privatización se va a poner en tela de juicio la viabilidad de todo el proyecto. Por esos motivos, el Gobierno tiene que elaborar un plan de financiación lo antes posible para evitar esta situación.

Con este fin, el Gobierno ha venido barajando varias alternativas. La primera, insinuada por el vicepresidente German Vargas Lleras, es la venta de un 10% adicional de Ecopetrol. Esto, aunque parecería relativamente fácil, presenta actualmente la gran dificultad de ponerle un precio base a una acción de gran volatilidad por el momento, que llegó a tener un precio máximo de $4.030 en abril para terminar la semana pasada en $3.135. 

Las otras opciones implican usar el balance del Gobierno, sin que se contabilice como déficit, tema fundamental en la regla fiscal. La inversión en el sector público es casi siempre considerada como déficit. Esto, a menos que se tengan unas reglas de gobernanza claras y transparentes y su administración se asemeje a la de una compañía privada. Fue dentro de ese esquema que, primero ISA y luego Ecopetrol, a pesar de ser mayoritariamente públicas, dejaron de consolidar con el resto del sector público para calcular el déficit fiscal.

De la misma manera, si las 4G son adecuadamente estructuradas dentro de un esquema de Asociaciones Público Privadas y con la gobernanza adecuada, la emisión de deuda para crear un activo –en este caso las carreteras– no debe necesariamente computarse como déficit. De ahí que la más sencilla de las alternativas es que el Gobierno emita TES para capitalizar el Fondes como una inversión en portafolio. 

En este momento, el Gobierno puede conseguir los recursos necesarios para tapar este faltante, sin mayores dificultades, en los mercados internacionales. Los bonos de Colombia a 30 años en dólares se están negociando a una tasa inferior a 5%, mientras los TES a 10 años tienen una tasa inferior a 7%. 

Si la Nación no quiere emitir TES directamente, podría emitir bonos con garantía soberana que tengan como fuente de pago los ingresos de las concesiones y las vigencias futuras. En este caso, como la garantía es un pasivo contingente, y también se está generando un activo financiero, la operación tampoco se contabilizaría necesariamente como déficit.

Una última medida puede ser la capitalización de la FDN. Un aumento de su patrimonio le daría el músculo financiero para luego apalancarse y completar el cierre financiero de las concesiones. La FDN tiene como socios a la CAF y la IFC y las características de gobierno corporativo para que su capitalización también pudiese ser considerada fuera del balance y así no violar la regla fiscal. Sin embargo, una capitalización los diluiría y, de tal manera, haría a la FDN mucho más vulnerable a la captura política. Una emisión de acciones preferenciales o de deuda subordinada adquiridas por el Estado fortalecerían la FDN sin diluir a los multilaterales.

En estas condiciones de mercado, sería relativamente fácil para Colombia conseguir los $5 billones que dejaría el hueco de una frustrada venta de Isagen. Sin embargo, esta puede cambiar de aquí a un año, cuando la FED haya comenzado a subir sus tasas de interés y financiar unas obras de esta envergadura se complique. Con el ya anunciado tapering de la FED, que las condiciones financieras se aprieten es solo cuestión de tiempo.

Fuente: 
Revista Dinero

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Circular No.
031 – 2022

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