Aunque Colombia es el país líder de América Latina en zonas francas, no le saca todo el proveccho que podría. Menos del 6 por ciento de las exportaciones provienen de estos parques industriales.
Este año se cumplen en Colombia dos décadas desde que el régimen de zonas francas pasó a ser administrado por el sector privado. En 1994 el gobierno de César Gaviria tomó esta decisión ya que quería darle un impulso a la apertura económica al fomentar las exportaciones.
Los resultados no se hicieron esperar. En la última década se multiplicó por 10 el número de estos parques industriales, lo que posicionó a Colombia como el líder en América Latina. En este periodo se crearon más zonas francas que todas las que surgieron desde finales de los años cincuenta, cuando nació este modelo en el país.
Actualmente hay 102 zonas francas -en 20 departamentos-, número que duplica a los países centroamericanos, hasta entonces los reyes de este esquema de comercio por el impulso a las maquilas, las empresas dedicadas a producir manufacturas para exportar.
Cundinamarca, con 19 zonas francas, lleva la delantera en el país. Municipios como Tocancipá, Cota o Chía se han convertido en verdaderos polos de desarrollo industrial. Pero Bolívar, Antioquia y Atlántico no se quedan atrás.
El interés que despiertan las zonas francas radica en su régimen tributario.Las empresas localizadas allá pagan una tarifa de impuesto de renta del 15 por ciento, frente al 25 por ciento que cancelan las demás. Cabe anotar que todas las compañías en Colombia, incluidas las que están en zona franca, deben pagar el impuesto sobre la renta para la equidad (Cree) actualmente del 9 por ciento. Es decir, las sociedades en zona franca terminan por pagar 24 por ciento y las demás 34 por ciento. Pero los bienes y servicios exportados desde estas áreas están exentos de IVA y de aranceles.
Este modelo, sin embargo –que existe en más de 130 países– ha sido muy polémico por los beneficios que realmente ha dejado. Mientras algunos defienden sus bondades para impulsar la industria, generar empleo y fomentar las exportaciones, otros consideran que las ventajas tributarias y aduaneras son excesivas frente a los resultados. Además, sostienen que ante la firma de tratados de libre comercio (TLC) las zonas francas están perdiendo su razón de ser.
Un estudio de la firma Araújo Ibarra Asociados reveló que las zonas francas en Colombia crean muy poco empleo en comparación con otros países que tienen el mismo régimen. En Colombia generan alrededor de 80.000 empleos directos, cifra que equivale a la mitad de los puestos que ha generado en República Dominicana -país con 53 zonas francas, o en Nicaragua, que con 49 ha impulsado más de 110.000 puestos de trabajo. Otros cuestionan el hecho de que estos parques industriales producen y exportan muy poco frente a algunos países de la región.
Ha tenido tanto auge las zonas francas en Colombia, que además de las 34 tradicionales o permanentes (parques industriales en los que se instalan empresas de diversos sectores), el gobierno de Álvaro Uribe creó las llamadas especiales o uniempresariales, que han sido muy cuestionadas y de las cuales hay 68. En esta categoría hay compañías de varias actividades como Corferias, Papeles del Cauca, Refinería de Cartagena (Reficar), Cementos Argos, Clínica Los Nogales, entre otras.
A pesar de las críticas a este modelo, Hernando José Gómez, ex director del DNP, sugiere que se extiendan a otros sectores como puertos, aeropuertos y hasta la exploración y explotación de hidrocarburos offshore (mar afuera).
Frente a quienes afirman que este régimen no se justifica, el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, sostiene que, por el contrario, ante el agotamiento del modelo minero energético el país tiene que estimularlas. Para el dirigente, Colombia necesita generar mínimo 20.000 millones de dólares adicionales en exportaciones y esto se podría conseguir si se impulsa más este sistema. En este frente, Colombia está rezagada. Mientras en Costa Rica el 52 por ciento de sus exportaciones proviene de 21 zonas francas, en Colombia no superan el 6 por ciento.
Mac Master propone un plan para relocalizar aquellas empresas que estén en riesgo de supervivencia y asegura que Mazda e Icollantas, que salieron del país, habrían sido competitivas si se hubieran instalado en zonas francas de la costa norte.
Para fortalecer este régimen, los empresarios advierten que no se pueden cambiar las reglas de juego en materia tributaria y aduanera y que es fundamental que las compañías ubicadas en esos territorios puedan seguir exportando sin tener que pagar impuestos como el Cree o nuevos gravámenes. La directora de Proexport, María Claudia Lacouture, defiende el régimen pues afirma que en los últimos tres años ha permitido la llegada de inversión extranjera directa por 875 millones de dólares en 37 proyectos. Un caso destacado es el de Hero Motor, una compañía de la India que decidió construir en una zona franca del Cauca su primera planta ensambladora de motocicletas fuera de su país. Otro ejemplo es la fábrica de cables de fibra óptica Furukawa, ubicada en la Zona Franca del Pacífico.
Además de las ya existentes, en fila para ser aprobados están siete proyectos. Ese es el caso de Plaza Mayor, el salón de exposiciones más grande de Medellín. Y Edupol, una empresa de origen brasileño, construirá el año entrante una zona franca en Cota para exportar servicios educativos a los países de habla hispana.
La Dian le dio este año vía libre a Zonamérica (Cali) que se convertirá en la zona franca más grande del país en el sector de tecnología. Se trata de un complejo de 18 edificios con inversiones por 350 millones de dólares, que aspira a generar 17.000 puestos de trabajo. Tendrá capital uruguayo y colombiano, de Carvajal.
Lo cierto es que mientras algunos cuestionan que el país se haya inundado de zonas francas, otros consideran que este esquema podría ser el apropiado para desarrollar proyectos en zonas clave, incluso pensando en el posconflicto.
¿Cuál es el balance?
En estos 20 años de zonas francas privadas el esquema ha tenido aciertos y desaciertos.
Entre los puntos positivos han incentivado la creación de empresas –hay cerca de 1.200 compañías instaladas-.
Han aumentado las inversiones en el sector que alcanzan 23 billones de pesos. Está llegando nueva inversión extranjera de Estados Unidos, Canadá, España, Reino Unido, Japón y México, entre otros.
Además, han incentivado sectores de tecnología, componentes eléctricos, autopartes, cables de fibra óptica.
Pero también el esquema ha quedado en deuda. A pesar de que las exportaciones de las zonas francas han crecido en más del 400 por ciento en los últimos años, siguen siendo muy bajas. Frente a las ventas totales del país no superan el 6 por ciento. El año pasado se exportaron bajo este régimen 3.430 millones de dólares frente a un total de 60.000 millones.
El empleo generado es precario. Según la Andi el potencial de empleos puede llegar a 350.000. Actualmente las 102 zonas francas generan alrededor de 80.000 empleos directos, muy por debajo de las demás naciones de América Latina.