A explorar más allá de los yacimientos

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El país se aleja de la monodependencia económica, pero el petróleo aún pesa un 50% de las exportaciones y el bajón en los precios internacionales dispararía índices de pobreza, desempleo y contraería la clase media. PNUD revela hoy perspectivas para Colombia.

Incertidumbre. Esa es la sensación sobre la que se está moviendo el negocio petrolero, que por años fue el rey del mundo. Sus empresas eran las más valoradas en Wall Street, las mejor recordadas en los estudios de ‘Top of mind’ y hasta sus empleados se catalogaban como los mejor pagados, de acuerdo con las cazatalentos. Todo el mundo quería con ellos, con sus ganancias. Pero la historia cambió por cuenta de los precios internacionales del crudo: esta semana, por lo menos en el WTI, se vio cómo en los mercados se compraron barriles a US$76,45, una caída que superó el 20% y descuadró a todos los que están en la industria.

En ese escenario, tan oscuro como el mismo petróleo y que ha sido generado por un exceso del combustible en el mundo, una autosuficiencia de Estados Unidos en la materia gracias al cuestionado fracking, una Arabia Saudita que vende barriles más baratos que el precio promedio, una China que consume menos de lo proyectado y un dólar más costoso de lo que estaba a comienzo de año (hoy ronda los $2.085,53), esa incertidumbre se hizo más fuerte en países como Colombia, que aunque no tiene poder en la fijación de esos precios globales, sí se ve impactado por ellos. La razón es sencilla: este recurso representa el 55,2% de las exportaciones nacionales y es el principal proveedor de ingresos de las cuentas nacionales.

Por eso, en medio de la descolgada, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se dio a la tarea de estudiar las implicaciones de ese comportamiento de precios —catalogado por analistas como Alejandro Martínez, expresidente de la Asociación Colombiana de Petróleos, como el resultado de un problema estructural con implicaciones graves para el país— y su impacto real en la economía colombiana. De esa labor, liderada por Hernando José Gómez, exzar de Acuerdos Internacionales, cerebro del TLC con Estados Unidos, exdirector del DNP y economista de primera línea, se logró el documento “Colombia frente a una destorcida en los precios del petróleo”, conocido por El Espectador y que será revelado hoy.

Sus resultados son preocupantes. Gómez, junto con Jonathan Malagón y Carlos Ruiz, los otros dos investigadores, plantearon dos posibles escenarios: 1. Base. 2. Alternativo. En el primero hacen cuentas y explican qué le pasaría a Colombia si el precio del petróleo se mueve entre los US$70 y US$120 al año 2020, que es lo que se ha vivido en los últimos años. En el segundo se proyecta lo que sucedería si se mueve por los US$60. “Si la caída en los precios del petróleo ocurriera en 2015, el crecimiento del PIB pasaría de un 4,3% estimado en 2014 a un 1,4% anual para ese 2015. Un año después, la contracción del producto se ubicaría incluso en niveles cercanos al 2,6% anual, una de las más bajas de toda la historia de nuestro país”, reza el documento.

El panorama, aunque es extremo, puede ser real y busca convertirse en un “llamado de alerta” para al Gobierno y su política económica no sólo actual, sino futura. Si llegase a suceder, tendría un importante impacto en términos de desempleo, pobreza y tamaño de la clase media. “En efecto, sin considerar que una recesión de estas proporciones pueda hacer que los choques transitorios tengan importantes consecuencias en el largo plazo (como en la crisis de finales de los noventa), una caída en el precio del petróleo aumentaría la tasa de desempleo en los años posteriores al choque con respecto al escenario base, retornando a tasas de desempleo de dos dígitos, hasta un máximo de 11,2% promedio para el año 2016. Esta cifra no se observa en el país desde 2010”, concluyen los investigadores.

“En términos de pobreza, ésta aumentaría de 29% que se observa en la actualidad hasta máximos de 34% en los siguientes dos años y retornaría lentamente a niveles del 31% en el año 2020. Es decir, se perderían seis años en la lucha contra la pobreza”. Y analizando la clase media, que es la que está jalonando la economía por su consumo, “se vería afectada en 6,4% como consecuencia de un menor PIB per cápita; más aun, mientras que en el escenario base el tamaño de la clase media en el país sería aproximadamente de 31,8% para 2016, en el escenario con caída en los precios del petróleo dicha cifra se alcanzaría tan solo el 32% en 2020, lo que implica una pérdida de cuatro años en el proceso de consolidación de la clase media en el país”.

- ¿Qué piensa el Gobierno?

En diálogo con El Espectador, el ministro de Minas y Energía, Tomás González, fue claro en que no se puede pronosticar el precio del barril y que, incluso después de estar sentado en una reunión con el secretario de la OPEP, hay analistas que consideran que el precio del barril volverá a subir en el primer trimestre de 2015 y se eliminaría todo escenario de incertidumbre. “Es imposible saber si lo que está pasando es transitorio o permanente. Hace tres meses nadie predijo que estaríamos en los US$80. Si llegase a ser permanente, haremos los ajustes respectivos, pero en la medida en que bajan los precios debemos elevar la producción y mantenernos por encima del millón de barriles diarios”.

Justo ayer el Ministerio de Minas, en el tradicional comunicado mensual, reveló que la producción de crudo en octubre de 2014 fue de 1’002.000 barriles por día. Este volumen refleja un incremento en la producción de 1,6% frente a octubre de 2013, mes en el que se alcanzaron los 986.000, y de 0,94% frente a septiembre pasado, cuando se llegó a 993.000. Para el promedio del año, la cifra sumó los 987.000. “El sector de hidrocarburos está llamado a respaldar la inversión social y es por esta razón que el Gobierno, en conjunto, trabaja para mantener los más altos volúmenes de producción”, agregó González.

Pero, con base en el estudio y más allá de lo que piensa el Gobierno, ¿qué lectura se le puede dar de fondo a la actualidad que está viviendo el país? “Las señales que ha estado dando el Gobierno desde el proyecto de reforma tributaria van encaminadas a que la tendencia en los precios bajos del petróleo podría mantenerse”, analiza Alberto Naranjo, director del programa de economía de la U. de la Sabana. “La dependencia del petróleo es alta. No es porque el Gobierno ha querido mantenerla, sino que el mismo mercado lleva a que cuando se tienen precios tan altos, la economía empieza a volcarse hacia su producción. Por lo que si hay que responsabilizarlo es porque no ha podido generar otras vías de producción y en ese sentido la producción industrial en Colombia necesita una reestructuración enorme”.

Es enfático Naranjo en que hace falta mayor innovación, una mejor institucionalidad política e industrial y mayor competitividad. “El Gobierno está más preocupado por la tasa de cambio y por cómo quitar los parafiscales, pero es una visión muy coyuntural y falta una más estructural frente a nuestra economía”.

El debate entonces está, independientemente de que estemos pasando por la tormenta generada por los precios bajos, en cómo elevar la producción. Y los obstáculos en la materia son contundentes: no hay nuevos hallazgos de grandes yacimientos, siguen atacando a la infraestructura y, dicen los empresarios del sector, la ANLA no ha logrado definir las licencias ambientales y el Ministerio del Interior los líos con las comunidades.

Juan Mario Laserna, excodirector del Banco de la República, se acerca aún más a la realidad: “El país se ha vuelto petroleodependiente desde hace unos años, cuando empezó la enfermedad holandesa, para ese momento se redujo la canasta de exportaciones y se concentró en que gran parte del Estado se financie desde el petróleo. Es importante que en medio de esta destorcida del petróleo se dé un ajuste cambiario y que eso ayude a cerrar el déficit de cuenta corriente. No se puede descartar un escenario de US$60 el barril. Hace 10 años estábamos en US$23. Entonces, si sigue una desaceleración en China, si también hay una en Europa y en EE.UU. se vuelve autosuficiente y empieza a exportar, es posible que usted tenga una bajada en el precio del crudo”.

Laserna, además, ve otro problema: “Ecopetrol está expidiendo demasiados dividendos, hay un problema en las reservas porque hay que aumentar la explotación y hacia el futuro, si mantienen el mismo nivel de dividendos, que es del 80%, los ingresos de Ecopetrol van a desangrar la vaca y uno no le puede sacar leche y carne al mismo animal”.

La realidad, tomando las cuentas del mismo Ejecutivo, es que el sector minero-energético representa el 21,8% de los ingresos del Gobierno Nacional Central, de acuerdo con el marco fiscal para 2014, equivalente al 3,7% del PIB. Entonces, “una fuerte caída en los precios del crudo cambiaría tanto la composición como el tamaño del déficit de la cuenta corriente, generaría un fuerte ajuste fiscal que traería consigo una disminución de la inversión pública; haría escasa la divisa, encareciendo los créditos en moneda extranjera; ejercería presiones sobre la estabilidad del sistema financiero y resultaría en un retroceso de los indicadores sociales del país”, concluye el informe del PNUD. “Si bien existe algún espacio de maniobra, el impacto de este escenario sobre el crecimiento, el empleo y los niveles de pobreza, aun con una respuesta óptima, sería profundo”.

ebohorquez@elespectador.com

Fuente: 
El Espectador

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Circular No.
031 – 2022

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