Preocupa que se hayan dado cinco intentos para ver por donde le suena al Gobierno la flauta para llamar a una Constituyente. Para cambiar la estructura del Estado.
El presidente Gustavo Petro ha intentado de todas las maneras posibles poner al país en modo asamblea nacional constituyente, pero hasta ahora no lo ha logrado. ¿Será que este nuevo intento –la nueva “jugadita”– será diferente?
Recordemos que la primera vez que habló de convocar una Constituyente fue el 15 de marzo, cuando tras una semana medio catastrófica para su gobierno, en la que se le hundió la reforma a la salud, decidió arrancar para Cali, y allí rodeado de sus más furibundos seguidores en Puerto Rellena se quejó de que su gobierno “no podía aplicar la Constitución” y que por ende “Colombia tiene que ir a una asamblea nacional constituyente”.
En pocos días, los analistas le hicieron ver al Presidente que no tenía ni la mayoría en el Congreso ni los 13 millones de votos en las urnas que se necesitan. Si no le ha alcanzado para las reformas con todo y la feria de millones que ha repartido el gobierno desde la Ungrd, menos tendrá apoyo para cambiar la estructura del país.
El Presidente se dio cuenta rápidamente de que por ahí no era la vuelta y comenzó a construir una narrativa del “poder constituyente”. Empezó a insistir en que “el poder constituyente se convoca a sí mismo”, que no necesita al Congreso, habló de “asambleas populares”, e hizo una maratón por pueblos del Caribe y barrios de Bogotá tratando de despertar ese constituyente.
Sin embargo, en ese intento también parece haber fracasado. Las convocatorias se veían lánguidas y por las redes sociales han rodado videos del público saliéndose sin esperar a que el mandatario termine. Y para acabar de ajustar el 21 de abril los colombianos se lanzaron a las calles para protestar contra Petro y su Gobierno. En las calles recibió una paliza. Tanto así que le tocó colarse en las tradicionales marchas del primero de mayo, el Día del Trabajo, para intentar mostrar algo de músculo en materia de seguidores. Después de la marcha y la contramarcha quedó claro que si se llegara a convocar el “poder constituyente” es Petro el que corre el riesgo de salir derrotado.
Un tercer intento se dio hace tan solo dos semanas, cuando el mandatario se sacó de la manga la idea de convocar a un referendo. Más que provocar polémica, lo que demostró fue un cierto desespero y la total falta de claridad que acompaña al presidente y a su gobierno con respecto al tema de la Constituyente. Lanzar cada ocho o quince días propuestas diferentes para ver cuál le cuaja muestra un alto grado de improvisación.
Ahora, la semana pasada, apareció una nueva idea –una suerte de “jugadita”–. La destapó Álvaro Leyva, el recién salido de la Cancillería, quien con el Acuerdo de Paz con las Farc en mano leyó un párrafo que, según él, permite hacer una Constituyente. El párrafo dice que “se convocará a todos los partidos, movimientos políticos y sociales y a todas las fuerzas vivas del país a concertar un gran acuerdo político nacional”. De inmediato, el negociador de la época Humberto de la Calle y el expresidente y premio Nobel Juan Manuel Santos salieron a frenarlos en seco: el uno dijo que la Constituyente quedó descartada en ese entonces y el otro dijo que esa fue “precisamente una de las líneas rojas” del Acuerdo.
Y en lo que podría considerarse como un quinto intento (¿o tal vez va en la misma ‘jugada’ del anterior?), el sábado se anunció que el Gobierno y el ELN habían llegado a un acuerdo sobre el primer punto de la agenda de negociación, que curiosamente hace referencia a un “Gran Acuerdo Nacional”. Fue sin duda una sorpresa ese logro tan de repente teniendo en cuenta que el proceso con el ELN venía haciendo agua, al punto de que esa guerrilla amenazó con volver a secuestrar. Este conato de constituyente también parece estar controlado porque Otty Patiño, comisionado de Paz de Petro, sacó un comunicado diciendo que todo se haría dentro de los límites de la actual Constitución y lo acordado “tendrá que pasar por el Congreso”.
Como si todo eso fuera poco, ayer entonces Petro se devolvió al primer intento y le pidió al Congreso que convoque una Constituyente. Es preocupante que ya se hayan dado, o se estén dando, cinco intentos para ver por donde le suena al Gobierno la flauta para llamar a una Constituyente.
Es curioso que Gustavo Petro siga insistiendo en la idea a pesar de que tres de sus más comprometidos aliados, el senador Iván Cepeda, la actriz y tuitera Margarita Rosa de Francisco y el expresidente Ernesto Samper han dicho que no le caminan a una Constituyente.
Lo peor que podría pasar sería que en medio de la soledad de Gustavo Petro, el futuro de Colombia termine en manos de un cuestionado excanciller como Álvaro Leyva y de los deseos de un guerrillero obstinado y que se ha pasado su vida haciéndole daño a Colombia como es Pablo Beltrán. Y sobre todo, que una Constitución como la del 91, rica en derechos y en defensa de las minorías termine hecha trizas por ellos.