La PDP rescata las metas ya planteadas en la Visión 2032 para que Colombia sea, en este año, uno de los tres países más competitivos de América Latina.
El Consejo Privado de Competitividad presentó una importante propuesta para definir una Política de Desarrollo Productivo (PDP) para Colombia, que se enmarque dentro de la nueva terminología, de ‘política industrial moderna’, con el fin de organizar los esfuerzos que el país viene haciendo en esta materia. Esta iniciativa es un insumo para el Plan de Desarrollo 2014-2018, que esta elaborando el Gobierno Nacional para presentarlo a aprobación del Congreso en febrero del año entrante.
El problema no es la carencia en el país de estas iniciativas, sino que en muchas existen vacíos y duplicación entre ellas, tienen poco impacto y falta coordinación entre las entidades encargadas de ejecutarlas. En el informe se identifica una lista no exhaustiva de múltiples esfuerzos que esta haciendo Colombia (18 en total), que pueden ser catalogados como Política de Desarrollo Productivo. Desarrollo de clústeres y/o apuestas productivas desde el nivel local, estrategia de fortalecimiento de la industria de las tecnologías de la información, programa de rutas competitivas, agenda de competitividad sectorial de la Oficina de Aprovechamiento de los TLC, instrumentos de fomento de iNNpulsa, política de ciencia y tecnología e innovación, fondos de regalías, oferta institucional del Sena, política de gestión de capital humano, alianzas estratégicas regionales del Ministerio de Educación, cadenas productivas del Ministerio de Agricultura, agenda quinquenal de Corpoica y atlas colombiano de complejidad económica
La PDP rescata las metas ya planteadas en la Visión 2032 para que Colombia sea en este año uno de los tres países más competitivos de América Latina, tenga un ingreso por persona equivalente a un país de ingresos medios altos a través de una economía exportadora de bienes y servicios de alto valor agregado e innovación. Para lograrlo, plantea un nuevo diseño institucional que implica una revisión a fondo del Sistema Nacional de Competitividad e Innovación, y señala seis estrategias para llevarlo adelante, con un enfoque regional: Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI), capital humano, adopción de buenas prácticas y tecnología, emprendimiento, promoción de exportaciones e inversión extranjera directa y financiamiento. Estas estrategias se desarrollan a través de ejes y se indican las acciones que se adelantaran en cada uno de ellos.
Esta propuesta sigue el marco conceptual del documento del BID sobre ‘¿Cómo repensar el desarrollo productivo?’. De acuerdo con ella, para que la Política de Desarrollo Productivo sea eficaz debe abordar las fallas de mercado de una manera coherente, desde el diagnóstico hasta la implementación, a través de medidas horizontales y verticales. Todo lo anterior, debe ir complementado por un sistema institucional sólido y eficaz. Esta iniciativa se aparta de los marcos conceptuales que se han utilizado en Colombia hasta el presente, que ponían más énfasis en las políticas macroeconómicas y sectoriales, con base en incentivos fiscales, crediticios y laborales.
La iniciativa se presentó el pasado 5 de noviembre, conjuntamente con el Informe Nacional de Competitividad 2014-2015, y aunque algunos representantes del Gobierno, como el Alto Consejero Presidencial para la Competitividad, manifestaron que coincidían 100 por ciento con el documento, tengo la impresión de que esa coincidencia se limitó a los aspectos institucionales, al enfoque territorial y al costo país. Hay coincidencia en la necesidad de reafirmar el liderazgo del Presidente de la República, integrar en uno solo el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación (SNCeI) con el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTeI) y hacer seguimiento a iniciativas críticas e indicadores de desempeño. El enfoque regional busca no soluciones estándares, sino políticas diferenciadas.
No quedó tan claro el respaldo gubernamental a los aspectos sustantivos de la propuesta, si se tiene en cuenta que el Presidente lanzó en agosto pasado la Agenda de Competitividad 2014-2018, que contiene 11 ejes verticales, de los cuales, por lo menos, 9 tienen que ver directamente con una política de desarrollo industrial: ciencia, tecnología e innovación, desarrollo regional, infraestructura, transformación agropecuaria, transformación industrial, educación y empleo, institucionalidad, lucha contra la ilegalidad y la corrupción y prácticas leales de competencia. El centro de la estrategia son los dos primeros, los demás son facilitadores.
Por su parte, la Ministra de Comercio, Industria y Turismo se refirió a los ejes del Presidente y no a los propuestos por el Consejo y dijo que le correspondía adelantar solo cuatro de ellos: transformación productiva, regionalización, transformación del sector agro, y prácticas desleales de comercio.
Por otro lado, en los borradores del Plan de Desarrollo 2014-2018, elaborados por el Departamento Nacional de Planeación, el tema de la competitividad no es independiente, sino que queda vinculado a la estrategia transversal de la infraestructura, lo que disminuye su importancia.
Para determinar la competitividad, sigue la metodología de la Cepal sobre escalafones de la competitividad departamental, que tiene algunas diferencias con las clasificaciones anteriores: fortaleza de la economía, capital humano, infraestructura, ciencia y tecnología, finanzas y gestión pública, y seguridad.
Existen, por lo tanto, muchas propuestas, no siempre en la misma dirección. Mi recomendación es que se pongan a consideración de la Comisión Nacional de Competitividad para llegar a un consenso que permita incluir la Política de Desarrollo Productivo en el Plan de Desarrollo.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional