Rebajas de enero

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La de ayer bien podría describirse como la primera gran sorpresa del año, por lo menos en la categoría de decisiones que dependen de la voluntad humana y no del comportamiento de los mercados. Justo cuando la mayoría de los analistas esperaba que la junta directiva del Banco de la República dejara inalterada en 4,75 por ciento anual la tasa de interés que les cobra a los intermediarios financieros por darles liquidez temporal, la determinación fue recortar el costo de esos fondos en un cuarto de punto.

Que el debate debió ser intenso es algo que quedó demostrado por la duración de la reunión, pero sobre todo por la votación final, pues el bando triunfador se impuso por cuatro votos a favor y tres en contra. En el comunicado hecho público se dijo que “al evaluar el balance de riesgos entre la debilidad de la actividad económica y su recuperación esperada, y la velocidad de convergencia de la inflación a la meta”, la entidad le dio prioridad a lo primero sobre lo segundo.

Puesto de otra manera, pesó más el raquítico ritmo de crecimiento observado en las mediciones más recientes, que el hecho de que el aumento en el índice de precios al consumidor todavía está por encima del rango fijado por el propio banco, que va del 2 al 4 por ciento anual. Los puristas dirán que en la práctica se está relegando a un plano secundario el mandato constitucional de defender el poder adquisitivo de la moneda, si bien no es la primera vez que la junta opta por meterle algo de heterodoxia al asunto.

A su vez, los amigos de lo sucedido señalarán que hay margen para tomar algunos riesgos. Las evaluaciones hechas apuntan a que la inercia de los precios viene cayendo, pues la cuesta de comienzos del año acabó siendo menos empinada que la del 2017. 

Aparte de que los reajustes de peajes, arriendos o tarifas se hicieron con una base menor, el impacto de los tres puntos adicionales del IVA, propio del calendario que expiró, ya se habría diluido. Desde el punto de vista macroeconómico, tampoco se puede pasar por alto que el desequilibrio en las cuentas externas del país es menor de lo que se pensaba y muestra tendencia a la baja.

Sea como sea, hay una apuesta subyacente. Esta es que el dato de la carestía en enero se comporte bien y se ubique en el 3,8 por ciento anual que pronostican los expertos. Mientras tanto, la señal de que el crédito será un poco más barato serviría para impulsar el consumo, justo cuando el dólar ayuda a que el valor de los artículos importados baje en términos absolutos. En el mejor de los casos, empezaría a girar un círculo virtuoso que así se mueva a ritmo tímido permitiría olvidar algunos de los sinsabores del pasado reciente.

La contraparte de poner las fichas en un escenario determinado es acabar con los factores de incertidumbre. Dicho de manera más precisa, la junta del Banco de la República señaló de manera inequívoca que “así se completa el ciclo de reducción de tasas”, con lo cual terminan las especulaciones sobre nuevas disminuciones en los próximos meses. Ahora, quien estuviera esperando intereses menores antes de endeudarse no tiene alicientes para posponer la presentación de una solicitud de un préstamo.

En cualquier caso, vale la pena subrayar que el Emisor coincide con lo que sostienen la gran mayoría de especialistas, en el sentido de que el 2018 será mejor para la economía colombiana, pues el crecimiento llegaría al 2,7 por ciento, muy superior al 1,6 por ciento estimado para el año pasado. La tasa proyectada es inferior al 3 por ciento del que habló el FMI, pero el mensaje de fondo es que hay una reactivación en curso y esta se configurará más temprano que tarde si el efecto de la rebaja en el costo del dinero llega pronto. Falta ver cómo responden consumo e inversión.

Ricardo Ávila

Fuente: 
Portafolio

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Circular No.
031 – 2022

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